Susanita y el ratón golpista

EN UNA clásica operación concertada al mejor estilo PRISOE, la vieja guardia del diario El País y la Joven Guardia Roja sociata, representada por Susana Díaz y teledirigida por el Gran Timonel de Guanajuato, se han sacado de la manga una extravagante fórmula golpista para acomodar el separatismo catalán a su vuelta al poder previo desalojo del PP. La lideresa andaluza, cuyo único mérito político es el de haber sido elegida por Griñán cuando huía a uña de aforado del escándalo de los ERE fraudulentos, se ha presentado en Cataluña, según explicaba El País, con este modesto propósito: «Susana Díaz ofrece a Mas una salida al desafío soberanista». Y, naturalmente, uno se pregunta tres cosas: quién es Díaz para ofrecer nada a Mas, quién le ha dicho a Díaz que Mas quiere abandonar el desafío separatista y de dónde se saca Díaz que, deshaciéndose de la soberanía nacional española, Mas y sus aliados de ERC van a renunciar a la soberanía nacional catalana.

La oferta de Díaz tiene, sin embargo, tres ventajas: la primera es que ya sabemos quién ha ganado las primarias de Felipe González y Cebrián para sustituir a Rubalcaba: la máxima encubridora de la corrupción de la Junta del PSOE y los arrejuntados de la UGT; la segunda, que la estrategia que el empleado de Slim y el amigo de Soraya han trazado para su pupila es la de siempre: pactar con quien sea y como sea para echar al PP del Poder; y la tercera y fundamental es que este bonsai felipista, esta versión jacarandosa de Lin Piao alumbrada por el Gran Timonel de Guanajuato, tiene una idea confederal del federalismo para mantener el Estado central.

Todo está en el editorial de El País: la acción conjunta del pistard González con el Follonero y su acuerdo con Artur Mas para recibir en La Vanguardia como Emperatriz del Sur a esta folclórica nulidad. Su modelo de Estado es cambiar la Constitución para «estar todos a gusto» (le faltó el toque Ortega Cano: «tan a gustito»). Su reforma constitucional consiste en blindar las competencias de las comunidades autónomas y evitar, ojo, las injerencias del Tribunal Constitucional –teleinsultado por González– y del Gobierno Central. ¿Y esta lideresita tenía una idea de España? ¡Será la de cargársela!